UN JUEGO DE NIÑO

Un niño se esforzaba por arrastrar su morral de clase con su mano derecha, en tanto que con su mano izquierda trataba de morder una ciruela.

Parecía más facil la tarea de la mano izquierda, aun cuando la mano derecha también hacia la tarea.

La mano izquierda terminó la tarea y libre voló y voló y voló.

Aun hoy, cuando el niño ya es un viejo de cien años, la mano izquierda aún arrastra algo por la vida, en tanto que la mano izquierda olvidó la tarea de tantas tareas terminadas.

Las cosas que se terminan, tambien terminan con nosotros.

EL GRAN DESCUBRIMIENTO

Nadie debe trabajar 24 horas. Nadie debe dormir 24 horas. Nadie debe comer 24 horas. Nadie debe pelear 24 horas.

Aun cuando hay cosas que no se pueden hacer las 24 horas, muy poquitas sí sobreviven a la pancarta de las 24 horas. Veamos: respirar, respirar y respirar.

Aquí debemos decir, entonces, que todos debemos respirar las 24 horas, y huelga decir que vivimos gracias a que respiramos las 24 horas, dejar de hacerlo sería un exabrupto vital, muy parecido a quien mira el sol con el ánimo de hacerlo retroceder...

Por tanto lo único que hacemos 24 horas es vivir. y simultaneamente trabajamos, dormimos, comemos, peleamos, y todas las otras cosas.

Hace un tiempo, mucho tiempo para algunos, poco para los otros, un grupo de muchachos prefirió darle la espalda a los deberes diarios, y decidieron cambiar su pasar 24 horas por el bienestar de hacer el amor y no la guerra 24 horas......, asoaciaron hacer el amor con respirar, y aún respiran. Aprendieron que no se puede hacer el amor 24 horas...

Hoy el hombre ha logrado su gran invento: hacer que el hombre aguante hambre las 24 horas.

Y siguen más hallazgoss por descubrir...

NUNCA DIGAS NUNCA

No estaba muy lejos de toparse con la dicha. Pero cual mortal, que prefiere la vida a la muerte, cada vez que se acercaba a su meta, prefería con la punta más extrema de su pie, correr un ápice la línea de llegada.

Nunca llegó a la meta, porque aún no llega. Y aprendió que sólo se llega, ensayando llegar.

Su palabra de ahora, es NUNCA.

Hoy lo ví por ahí, y me susurró en su lenguaje de letras sueltas, que nunca llegaría a la felicidad porque sólo ahí estaba la felicidad: viajar hacia ella.

........y montó en su caballito de acero, como huyendole a la felicidad.

DE LOS AMORES FUGACES

Desde la tarde que los descubrí y dispuse que los compraría, no tuve descanso. Eran unos adornos de comedor en alabastro brillante en un color ambarino que abarcaba todos los colores. Amamos lo que nos gusta, de la misma manera que queremos lo que amamos.

Apenas dejé que abrieran el almacen al día siguiente, y ya estaba con mi efectivo haciendo la compra. Sentí un alivio similar al que se obtiene luego de consumir agua despues de muchas horas de sequedad: uf, no quería que nadie se me adelantara.

Cuando el dependiente me estaba entregando la compra para que me la llevara, le susurré una solicitud: "sería posible dejarlos en el almacen ?". "¿ Va a venir más tarde por ellos ?", me susurró igualmente el dependiente.

"No me entiende usted", le dije, "no me los quiero llevar".

"Pero señor, si lo descubrí ayer mirando extasiado los adornos, y hoy que los compra no se los quiere llevar, ¿ quien lo entiende a usted ? El almacen no le devuelve el dinero. Si quiere escoja algun otro artículo. Aquí no devolvemos dinero".

"Tampoco me entiende usted", le dije, "es que sí los quiero comprar, lo que no quiero es llevarmelos. Los quiero dejar".

Al final accedieron a mi petición, y los adornos siguen expuestos en el mismo sitio del almacen donde los descubrí la primera vez.

Invertí mas de una hora en convencer al Gerente del almacen para que entendiera que me gustaban tanto los adornos comprados, que no quería por nada del mundo perder ese gusto, y que quería redescubrirlo cada día que pasara de nuevo y los viera exhibidos en el mismo sitio donde los descubrí la primera vez............

Solo amamos de verdad lo que podemos tener muy de cuando en cuando. Lo que acostumbramos tener, sólo lo amamos muy de cuando en cuando.

Mi disfraz

Hoy me disfracé de mi mismo. Y no me sentí extraño. Y sólo una cosa extraña noté: nadie se dió cuenta.

Y pude correr por entre la gente y los carros y los mercados, y nadie me saludó porque les parecí diferente.

Posé como un desconocido el único día en que fuí yo mismo.

Amigos, si quereis ser como Dios y deambular entre la gente sin que nadie noté vuestra presencia, sed fieles a vosotros mismos.