UN ANÓNIMO


ANÓNIMO es un término que se utiliza para referenciar algo de lo que no se tiene referencia. Así a todo lo que no se pueda interconectar, recibe el famoso término, que de famoso lo tiene por lo de anónimo.

Y hoy quiero hacer un homenaje a los anónimos, que duermen el sueño de los justos, porque no quisieron que sus sueños, o sus pensamientos, merodearan por ahí, con rabo de paja, al vaivén de cualquier candelabro o de alguna chispa, que de no ser revolucionaría, con seguridad que es ayuda natural, o sobrenatural, como dicen los infiltrados de Dios.

El mundo está repleto de voces, que sólo se acallan cuando no hay oídos para oírlas. Y son esas voces, que nunca desaparecen, las que quiero traer a colación en este escrito, que mas que papiros de algún mar muerto, son una tablilla aérea escrita en letras que tratan de vocear solas.


Cómo olvidar, pensamientos tan certeros en el amor como:

"No existe el amor, sino las pruebas de amor, y la prueba de amor a aquel que amamos es dejarlo vivir libremente"

"El camino no es largo cuando amas a quien vas a visitar"

"Tratar de olvidar a alguien es querer recordarlo para siempre"



Cómo pasar por alto, pensamientos tan del diario vivir como:

"Un amigo es alguien que lo conoce todo de ti, y sin embargo... te aprecia"

"Lo pedí todo a fin de poder disfrutar de la vida, y se me dio la vida de manera que pudiese gozar de todo"


"La muerte está tan segura de alcanzarte, que te deja una vida de ventaja"


Para leer todas las frases, pensamientos y enseñanzas de toda la historia de la humanidad, puedes leerlos, o bajarlos, o bajarlos y leerlos gratis, en:

LA CABEZA DEL EXPRESDIENTE


El expresidente movió su cabeza, como si algo molestara sus pensamientos.

No supo si algún día los tuvo, pero si sabía que le molestaban como para mover la cabeza. Por eso sus familiares siempre calificaron su estado de ánimo por la manera de mover la cabeza.

Y la suya era una cabeza visible, que siempre se destacó en la lontananza por su tamaño descomunal. Hasta Diógenes hubiera musitado algo al respecto, porque la sombra que propiciaba era ancha, larga y longeva.

A todas estas, el expresidente conmovedoramente movía la cabeza, porque ya no recordaba de qué carajos había sido presidente.


MI PERIÓDICO

Ayer salí a comprar el periódico. No me interesaba un periódico en especial, ni una noticia en especial. Quería el periódico para leer, como lo usan todos las personas que compran un periódico.

Por doquier los periódicos conservan formatos parecidos, y sus noticias son parecidas, para no decir iguales, por tanto, unos y otros traen las mismas imágenes desgreñadas y los mismos rostros borrosos bajo bultos de tinta que se adhiere a las prendas más íntimas: las manos.

Mi búsqueda se centraba en un periódico que no tuviera algo. Sabía que no podía encontrarlo sin hacer la pregunta compleja, pero seguí en su búsqueda indagando con la mirada.

De mucho caminar y huronear por entre los puestos de revistas, al fin lo encontré. Hallé lo que buscaba. Un periódico que se auto proclamaba HOY.

Qué alivio. Después de tanto buscar lo que quería, había podido toparme con un periódico como lo había soñado. Y traía en caligrafía ausente, lo único que quería que no trajera: la fecha. Simplemente que dijera HOY.

Qué regusto, al fin un periódico que no traía fecha, y como su nombre lo declaraba, únicamente HOY. Y pensé entusiasmado, que de la misma manera como sirve para leerlo HOY, me servirá para leerlo mañana, y pasado mañana, porque siempre será HOY.

El día que los periódicos dejen de estampar la fecha en sus hojas de noticias, el mundo respirará aliviado, porque habrá menos noticias viejas, menos noticias nuevas, y todas las informaciones parecerán completamente nuevas, fresas recién estampadas por la imprenta, como nos gustan las noticias, como si recién nos levantáramos al mundo, y la memoria popular por fin descansará del control del TIEMPO.


VALOR y MIEDO en Transmilenio


Cuando VALOR y MIEDO se encontraron en el Transmilenio, no pudieron reconocerse de inmediato. Cada uno miraba por su lado, y ambos coincidían en su ensimismamiento.

VALOR llevaba puesto un traje a la moda televisiva fanfarronesca, de vivos colores. MIEDO en cambio gozaba de un traje blanco, que hacía color con su mente siempre peripuesta a los acontecimientos hostiles.

Cinco minutos en el interior permitieron a cada uno desplegar su subjetividad. VALOR había logrado por cuenta propia atrapar valerosamente a un individuo que había teóricamente birlado un celular a una dama viajera. MIEDO, por su parte, yacía tembloroso colgando sudoroso de la mano justiciera de VALOR.

Al final, los dos polos de una misma enfermedad ciudadana, se reconocieron, se saludaron jubilosos, y corriendo de la mano presurosos, descendieron en la siguiente estación, concluyendo vivamente que las personas se toman las cosas muy en serio.

No quedó la misma sensación en el interior del Transmilenio.


LA NUEVA PROFESIÓN

La profesión más antigua del mundo peligra en su quehacer, con la nueva profesión nacional.


Se empezó a colar en la vida nacional, de manera tan benigna, que nunca se pensó que llegara a constituir un empleo nacional.


En cuestión de salarios, la nueva profesión no tiene nada que envidiarle a la primera. La nueva tiene fácil acceso, vacantes a granel, y con disponibilidad de plazas en todo el país.


En similitud con la primera, no se requiere experiencia, y parece que entre menos se tenga, mayor probabilidad de enganche existe.


A diferencia de la primera, la nueva exige tiempo completo. Y la mayor despreocupación de todas: no se necesita indumentaria, porque la nueva profesión trae dotación propia. Aun cuando pensándolo bien, esa dotación es algo impropia.


La nueva profesión que entra tirando es la de guerrillero, con campus propio, universidad propia, equipo moderno propio, y territorio propio.


Aquí entre nos, la nueva profesión nació un cercano día cuando a un Dr. Reyez, representante legal de los ilegales, no le volvió a sonar lo del acuerdo humanitario, al ponerse a pensar qué sería de su vida retirado de la guerrilla, cuando era lo único que había aprendido a hacer, y que había aprendido a hacer bien.


Definitivamente la profesión de guerrillero no tiene nada que envidiarle a la vieja profesión, por cuanto tienen en común que son a escondidas, onerosas, inhumanas e igual de peligrosas, aun cuando muy bien pagas, pero regodea un feroz regusto sangriento que hasta hoy no exhibe la profesión más vieja del mundo.


EL IMPUESTO QUE FALTABA



La reflexión de hoy tiene que ver con nuestros gobernantes. Sólo a ellos, y a nadie más que a ellos debemos el estado actual de nuestras economías.

Las fuentes de los ingresos gubernamentales están representadas en impuestos a todo. Existen impuestos a la gasolina, al gas, a los servicios públicos, a las ventas, a las compras, a la vida, a la muerte, al consumo, al aseo, al deporte, a la obesidad, a la lectura, y muy pronto el impuesto a la reflexión.

Hay un impuesto al cual el gobierno nunca le ha metido muela, y es quizás por su preocupación en cobrar los otros impuestos. Y es un impuesto cuyo monto y recolección llenaría platónicamente sus arcas.

Y es un impuesto sencillo, cobarde por lo inicuo, cobrable en cada oficina pública, en cada andén, en cada callejuela, en cada ciclorruta, en cada tugurio, en cada mansión de potentado, en cada semáforo, en cada callejón, en el pequeño caserío, en el monte, en la selva, en la gran ciudad.

Es un impuesto a la mayor de nuestras manufacturas: el crimen. Y por favor, no solo al crimen organizado, sino a todo tipo de crímenes, para ver si finalmente los entramos en cintura.





DE LA ENVIDIA


Hay un chip florido que todos llevamos dentro, y que sólo exhibimos cuando estamos solos. Y nunca estamos solos.

Es la inferioridad. Aparece cuando menos se espera, y casi siempre cuando menos se la desea. Pero allí está, cadavérica, entre nuestros abalorios.

Brota la inferioridad como las flores de mi jardín ? Sí, pero sólo como las flores de un solo día.

Y tiene algún color raro ? No, se le conoce porque tiene todos los colores, y su nombre cientifico es la ENVIDIA.

Cada vez que la flor de la envidia ilumina nuestros rostros, sólo en ese momento, nace nuestra infelicidad, nuestra inferioridad.

Si queremos sentirnos igual a todos los mortales, talemos desde hoy la flor de la envidia, que al igual que otras flores, también crece en nuestros jardines.

Y no nos preocupemos por cómo se sientan los demas mortales, de seguro que en sus jardines no brotan flores de color raro. No importa que no sea seguro.